sábado, 17 de mayo de 2008
El anuncio de chorizo
Ayer di otro paso en mi recuperación. Tras la segunda intervención, fui a la playa de la Barceloneta para andar un rato sobre la arena. Suelo elegir la caída de la tarde, cuando la luz es óptima para tomar alguna foto interesante. Empezé andando algo inseguro, pues la arena es irregular y todavía me falta seguridad en el paso. Me llamó la atención unas luces esféricas que se habían colocado sobre la arena. Anduve hacia ellas lo raudo que mi situación me permitía. Al llegar a dichas luces, me percaté que se habían colocado para rodar una película en uno de los pubs de primera línea de la playa. La arena y el mar hacían de fondo en el rodaje, y las luces le daban un ambiente romántico y distinguido. Miré con atención la parafernalia montada en la terraza del pub alrededor del montaje. Luces, cámaras, cables, voces, nervios y mucha cara bonita de adolescentes cuyo fundamental mérito es tener una apariencia externa agradable a la vista. Por la complejidad de los medios y la puesta en escena, pensé que se trataba de una película de cierta enjundia. Me dispuse a tomar una foto, pero súbitamente una mano se posó en mi hombro. Era de uno de los seguratas de dicha feria. Me comentó que no podían hacerse fotos del rodaje. Qué pena, pensé. Al menos hice una foto furtiva de las luces, aprovechando mi destreza en sacar fotos rápidas no permitidas. Decidí pues abandonar el lugar y proseguir mi paseo. Ante mi sorpresa, el segurata me comentó que el rodaje empezaba en un minuto de reloj y que no estaba permitido que paseara sobre la porción de playa destinada al fondo. En fin. Decidí esperar con cierta dosis de paciencia, pues la vista de las luces y la caída de la noche eran relajantes. Me percaté entonces que unas turistas nórdicas ciertamente fotogénicas se aproximaban al lugar del crimen con paso cansino. Quise hacerles un ademán de que no estaba permitido pasar por dicho lugar, pero pensé que era la tarea del segurata. Para mi sorpresa, el garante de la seguridad decidió, tras escrutar a las turistas con cierto mimo, no decirles nada y permitir que prosiguieran su paseo por la arena destinada al rodaje. Tras observar tal escena, fui a dialogar con cierto aire querulante con el segurata. Le comenté con cierta indignación: ¿a las rubias sí que les está permitido pasar y a mi no, eh ? El hombre, no sin sorna, repasó mi vestimenta con su vista y me comentó: es obvio que no es lo mismo que pasen ellas como presuntos "extras" del rodaje a que pases tú. Me sorprendió la respuesta por su crudeza y honestidad. Me retiré unos metros para diregir tal frase. Me pregunté qué tenía de malo que un hombre en su madurez, con una prominente nariz aguileña, pantalones arremangados, zapatos que cuelgan de su mochila, una cámara Nikon que pende del cuello y andando con dos muletas hiciera de "extra"en un rodaje. Me parecía más original que dos típicas rubias buenorras. Ellos se lo pierden, pensé. Roido por la curiosidad, me acerqué de nuevo al segurata y le pregunté: ¿cómo se llamará la película? No es una película, espetó. Están rodando un anuncio sobre un chorizo. Quieren promocionarlo en la gente joven y por ello la escena consiste en unos adolescentes en una típica fiestecilla de terraza de playa comiéndose unas buenas lonchas de chorizo. WOW.....exclamé. No te preocupes, yo siempre he preferido el salchichón. El chorizo me repite.
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4 comentarios:
Genial! No sabes cuanto me alegro haber leído la historia de tu foto. Encantada de haber pasado por aquí y de paso conocer tu blog, lo añado a marcadores para seguirte la pista :-)
Un abrazo
Silvia
Al final hiciste buenas migas con el "segurata del chorizo". ;)
Una historia que engancha.
Hola: llegue a tu blog para conocer la historia de la foto que subiste a Flickr. Debo decirte que no me decepcionó sino que resultó muy graciosa, como tu comentario final. Soy contacto en Flickr y vuelvo a decir que admiro tu capacidad para capturar las mismas. Desde Argentina, saludos.
Sanhdra.
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