Hoy sabado me levante de buena onda. Con ganas de compartir, disfrutar, de muscia refrescante y sin grandes pretensiones.
No ha nada mejor que un buen grupo de musicos, a ser posible brasilenos, versioneando una cancion divertida. Un buen ejemplo es Zeca Baleiro y esta version de Price Tag.
Disfruta este finde.
sábado, 26 de abril de 2014
domingo, 13 de abril de 2014
SOBRE CRISTIANO RONALDO Y EL SER COQUETA HASTA LA MUERTE.

Tras un rato de bicicleta y cámara en mano para
retratar los primeros pétalos de la temporada, y un ligero pero sabroso sandwich,
cogí mi coche y me dirigí a la 15-501, una amplia vía que lleva a la Iglesia de
St. Thomas, donde cada año mi hospital de UNC organiza una tarde de salud
gratuita a los latinos que por allí merodean. Cada año hay más voluntarios, más
actividades, mejor organización. Es reconfortante ver tantos jóvenes americanos
interesados por el idioma español y que acuden como voluntarios a ayudar a la
gente latina. Medición de colesterol, glucemia, tensión arterial…y hasta
dentista había este año. Y muchos stands de ONGs que trabajan por el bienestar
y salud de los latinos. Un lujo respirar un ambiente de solidaridad y
generosidad en medio de un mundo que en demasiadas ocasiones se rige por el
individualismo y sólo se motiva por la ganancia económica.
Este año iba un poquito más preparado, aunque
realmente no necesito demasiado. Solo me equipé de un estetoscopio anudado en
el cuello, que ayudaba a dar una apariencia más creíble de médico, una pequeña
mesa con un par de sillas a modo de sencilla consulta, y unas cuantas dietas
escritas que me había preparado. Asimismo me hice unas fichas para apuntar
consejos médicos y unos cuantos datos del paciente. Tras saludar a colegas,
amigos y conocidos y sonreir a muchos de los niños que acudieron con sus padres,
me senté expectante a la espera de que se presentaran a la mesa los mexicanos,
salvadoreños, peruanos y demás que poblaban la extensa habitación con los
susodichos sobrepeso, diabetes, hipertensión….y demás males de la vida
sedentaria y de la digamos que subóptima dieta que alimenta el estómago de mis
lugareños (ver foto del evento).

Las dos horas siguientes fue un poco de lo mismo.
Hombres, mujeres, familias enteras con vida sedentaria y con problemas precoces
de salud. Me fue bien, creo yo, escribir una dieta con mi puño y letra adaptada
a las maldades que ellos me confesaban. A todos les decía: pega esto en tu
nevera y lo lees de vez en cuando. Tras un buen rato, ya estaba exhausto y
decidí tomar un descansillo. Tras casi un cuarto de hora de charlar con la
interesante gente que allí estaba, uno de los estudiantes voluntarios me avisó
que ya había una señora esperando. Y me dirigí rápidamente a mi papateril
consulta a proseguir mis sermones sobre la vida saludable.
Al llegar a la mesa allí estaba ella, Asunción, una
elegante anciana colombiana que posaba con salero sobre una de las sillas de mi
improvisada consulta. “Hola señora”, la saludé con una incipiente sonrisa. “Hola
doctor”, respondió. “Qué le trae aquí ?”, pregunté. “Pues que me han mirado la
presión arterial, y la tengo a 160/100”, comentó. “Esto hay que arreglarlo
cuanto antes”, le propuse. “Vamos a repasar un poco la salud y la vida que hace”,
espeté. Y me apresuré a hacer una breve historia clínica que incluía edad,
peso, antecedentes médicos y medicación. Y es que Asunción era mujer ya entrada
en la década de los 70, al menos en su mitad, con una cara curtida por el sol y
las penas, pero que dejaba entrever una belleza superlativa. Además, como buena
colombiana, Asunción era una mujer estilosa, grácil, coqueta y femenina, con
una voz ya quebrantada por la edad pero que no había perdido ese acento
acaramelado y seductor que hace a sus compatriotas tan especiales. “Bueno, Asunción,
vamos a repasar un poco las cosas de su salud”. Tengo aquí una ficha que debo rellenar.
“Qué edad tienes usted ?” pregunté con fines médicos y de manera inocente. De
repente, Asunción dio un suspiro de sorpresa e incredulidad. Era obvio que no
le había gustado la pregunta sobre su edad, a pesar de que se la hacía en el
contexto de un acto médico y que las demás personas no estaban merodeando y
nadie más nos estaba escuchando. Los siguientes 8 segundos, que me parecieron
una eternidad, jamás los olvidaré. Describiré de manera somera lo que ocurrió,
por estricto orden, en dichos 8 segundos. Asunción giró su cuello y miró
durante los primeros 2 segundos al techo, al percatarse que yo seguía esperando
una respuesta que no llegaba. Durante los siguientes dos segundos, y de manera
progresiva, Asunción fue bajando la cabeza, dirigiendo la mirada de manera
furtiva hacia mis ojos, y sin pestañear espetó: 59. Nuestras miradas se
cruzaron una milimésima de segundo, porque no conozco una unidad de tiempo
menor. De manera sincrónica y con un mimetismo que me llegó a sorprender, yo
giré en los siguientes 2 segundos mi cara hacia el papel, como continuidad del
movimiento asertivo de Asunción. Nos habíamos sincronizado, ella bajando la
mirada del techo a mi, y yo justo después desplazándola de ella al papel. Tras
apuntar atónito en el papel el número 59 diligentemente, miré en el octavo
segundo de nuevo a Asunción, que suspiró de nuevo al comprobar que había
escrito el número 59 en la casilla de su edad sin signo alguno de incredulidad
ni reprobación. El resto de la conversación fue mucho menos interesante, con
Asunción contándome sus problemas de salud, así como recibiendo mis consejos,
con una extrema naturalidad….
Siempre digo que cuando realizo una actividad para
los latinos, me llevo de ellos mucho más de lo que yo fui capaz de darles. Esta
vez no fue una excepción. Además de su sonrisas, cariño, complicidad y
agradecimiento, en esta ocasión me lleve en la mochila un par de anécdotas con
las que inspirar este sencillo relato.
jueves, 10 de abril de 2014
RISA TERAPÉUTICA
Este relato está dedicado a mi amigo Josep María, un amigo que me suele obsequiar con numerosas sonrisas y carcajadas. El nombre, edad y detalles clínicos del paciente son ficticios para preservar el anonimato. Pero la historia es real.
Os repasaré
someramente la historia del paciente. Se trataba digamos que Michael, un señor
de unos 60 años, con múltiples enfermedades debilitantes. A saber: obesidad,
cirrosis, dependencia al alcohol, diabetes, artropatía degenerativa con
prótesis de rodilla pendiente de reemplazar por infección crónica y anemia
crónica por pérdidas digestivas. Casi nada. Me dirigí a la habitación con un
aire ilusionante. Y es que me encantan los enfermos sureños, por le general
campesinos, que son los que mayoritariamente pueblan mi consulta. Son
sencillos, nobles, agradecidos y cariñosos. Y suelen seguir mis indicaciones en
mayor medida que los españoles. He de confesar que hasta ahora ha sido mi más
grata sorpresa en mi periplo americano.
Desde
hace casi dos años acudo religiosamente a mi cita en la consulta externa del
Hospital donde trabajo, en el verde estado de Carolina del Norte. Hace unos
meses me ocurrió algo que jamás antes había experimentado en mi dilatados 21
años que llevo como médico. Os cuento.
Sucedió
un jueves cualquiera. Era una mañana plomiza y cálida, con una humedad que
rayaba lo inmoral. Acudí raudo -capuchino en mano- hacia la clínica, tras
responder a un mensaje de Linda, una rolliza enfermera que destaca por su
excelente humor matutino. Llegué ciertamente sudado a la consulta, fruto no sólo
del clima, sino de la obligada corbata y del peso de una bata de mil quilates. “Hoy
tienes 5 primeras visitas”, espetó Rose, la secretaria que recibe a los
enfermos a pie de mostrador. Creo que el primero no ha venido, avisó con sarna.
Es algo habitual cuando tratas enfermos con enfermedades digamos que
autoinflingidas, como es la cirrosis debida al alcohol o a la obesidad.
Entiendo a veces que, a pesar de la gravedad, no son capaces de acudir para
aguantar la perorata del galeno acusador. Esperé pues revisando mi e-mail
durante media hora…..hasta que se abrió la pesada puerta. “Ya tienes un enfermo
en el despacho 15, me avisó Linda con un tono vigorizante”. Voy pallá, le dije
lógicamente en inglés (creo que dije algo así como “coming !!”)

Entré en
el despacho y allí estaba mi paciente. Michael era un hombre amplio, pálido,
lento en sus ademanes, gentil en su expresión. Estaba sentado y se ayudaba de
un elegante gayato, que ya formaba parte de su anatomía vital. Tras saludarlo
brevemente, le hice unas preguntas de rigor sobre sus antecedentes, la
medicación......en fin, un poco de historia clínica nunca viene mal. Pronto me
percaté que la vida de Michael no era dura, sino durísima. Abandonado por su
familia debido a su hábito descuidado con la bebida, había ganado numerosos
kilos en su ya generosa anatomía, tras quedar muy limitado por la operación de rodilla.
El dolor de la prótesis infectada se había hecho insoportable, y sólo le
calmaba su pesar un buen Malt Whisky y los opiáceos que tomaba a doquier.
A pesar
de la dura realidad del paciente, había algo que me hizo intuir que en el
fondo, Michael era un tipo interesante y divertido. Y que debía ser afable y buen conversador. A
pesar de que su soledad, de sus adicciones, de su mal fario, algo me hacía intuir que este tipo tenia chispa. Que recuperarla era clave para su
salud mental y física…que suelen ir a la par en muchos casos.
Y así, mientras debatíamos la dieta hipocalórica que debía seguir el
paciente…..calle un segundo, miré al paciente en un ataque de
empatía y me apresure a decirle: “Michael, tú eres un tipo cool y no lo sabes. Lo que debes hacer es
afeitarte, ponerte una buena camisa y ligarte a una buena mujer en tu
pueblo….eso es lo que necesitas”. Tras
soltarte este consejo espontáneo, mas típico de un amiguete que de
un médico, se hizo un silencio de unos 5 segundos, que pareció eterno. Michael se había quedado estupefacto, sin palabras, sin
defensa. Me dio la impresión que su cerebro intentaba procesar el inesperado comentario.
Me miro fijamente, y dijo: “que soy soy cool
? Jajajajajajajaj” (se rió a carcajadas de manera sonora).
“Eso sí que es bueno…me lo dice en serio, doctor ?” Sí, asentí
con asertividad. Jajaja, rió él. Jajajja, reí yo. Jajajaja, rió él.
Jajajajajajaja, reí yo. Y así, sucesivamente nos íbamos
partiendo de risa sin poder evitarlo. En otras palabras, tuve el primer ataque de risa
que jamás he tenido en mi vida con un
paciente. Literalmente, estuvimos 5 minutos riendo sin parar. A Michael le
entraba asma de tanto reir, y a mi me dolía el estómago……….…pero no podíamos parar. Y mira que lo intentábamos. Pero cada
vez que conseguíamos serenarnos, él me mostraba su maltrecha
anatomía y me decía: de verdad que soy cool
? Y más risas….
De
repente, Linda entró despavorida a la habitación,
pensando que los ruidos humanos que de ella manaban se debían a una emergencia
médica…..”No te preocupes Linda”, le dije. “No es nada, sólo que Michael me dijo un chiste, mentí
descaradamente” y yo hemos tenido un rato agradable. Sal un
momento conmigo y te lo cuento. Linda salió de la habitación un tanto aturdida, diciendo en inglés: “You spaniards
are kind of crazy….”.
Ya más serios, antes de despedirnos aquel día, Michael
me dijo: “Gracias,
doc, es la primera vez que me rio así en varios años. Lo necesitaba
como el aire que respiro”. Y nos despedimos hasta una nueva revisión en 3 meses.
Tres
meses después, estaba impaciente con ver de nuevo a Michael. Entré en la
habitación con decisión y allí estaba él. No contaré nuestra conversación, ni
el contenido de la visita, ni otros detalles. Me sobra describir lo que vi los
primeros 10 segundos. Michael estaba cuidadosamente afeitado, con una camisa
limpia y muy vistosa, un gallato nuevo y más estiloso, numerosos kilos de
menos, y una expresión de vitalidad en su rostro que me lleno de satisfacción.
Sólo os diré la primera frase que me dijo. “Doc, I feel I am a new person….”.
martes, 1 de abril de 2014
Music loops
Se estan poniendo de moda unas aplicaciones (algo asi como music loops) que te permiten ir grabando de manera muy sencilla tus tonos musicales de manera que los puedes usar de fondo, percusion, etc para tus canciones. Ingenioso, complejo pero no imposible, divertido sin duda.
Os pondre dos ejemplos recientes que me han encantado.
El primero es el nuevo Night Show de Jimmy Fallon, un nuevo humorista que ademas canta y baila y ha traido un nuevo aire, mas multifacetico, a la television americana. Hace unos dias uso una de estas aplicaciones de su iPod para cantar con uno de mis idolos, Billy Joel. Me parecio ingenioso y una escena fresca y original.
El segundo ejemplo es de un talento musical y electronico admirable. Un joven musico se las arregla para componer con un trombon y una de estas aplicaciones la cancion Happy de Pharrell Willimas. Me parece genial como compone la percusion y su rapidez en incorporar los cambios que va incorporando en el comouter. Vaya nivel que tiene el chaval !
Os pondre dos ejemplos recientes que me han encantado.
El primero es el nuevo Night Show de Jimmy Fallon, un nuevo humorista que ademas canta y baila y ha traido un nuevo aire, mas multifacetico, a la television americana. Hace unos dias uso una de estas aplicaciones de su iPod para cantar con uno de mis idolos, Billy Joel. Me parecio ingenioso y una escena fresca y original.
El segundo ejemplo es de un talento musical y electronico admirable. Un joven musico se las arregla para componer con un trombon y una de estas aplicaciones la cancion Happy de Pharrell Willimas. Me parece genial como compone la percusion y su rapidez en incorporar los cambios que va incorporando en el comouter. Vaya nivel que tiene el chaval !
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