martes, 25 de enero de 2011

Complicidad

Complicidad. Me gusta el término. Suele tener efectos muy beneficiosos en todos los ámbitos de la vida para el que tiene la suerte de practicarla, y no sólo en la perpetración de delitos. Y me gusta porque esconde muchos matices de las relaciones humanas. No es compañerismo, ni amistad, ni simpatía. Es algo diferente. Os daré una definición oficial (la RAE) y otra más familiar del menda. Según la RAE, la complicidad es la cualidad que manifiesta o siente solidaridad o camaradería. No está mal. Yo la definiría como la relación que incluye una buena conexión o feeling personal, una razonable estima por el otro, una razonable confianza mutua y una ilusión común por alguna actividad compartida. Como siempre hago en estas situaciones, pongamos un ejemplo. Mejor dos. Uno de complicidad y otro de ausencia de complicidad. Empezaré por el positivo.

Andreu Buenafuente y Berto Romero son un claro ejemplo que en el curro se puede tener complicidad. Se respetan, potencian y admiran. Como consecuencia, su productividad artística y su bienestar personal son muy grandes. Los he seguido hace varios años, y es evidente cómo crece su relación y qué buen rollo destilan cuando actúan. Los Borgbones, Redecillas, los Fetos, los Piqueras, y un largo etcétera. Después de una dura jornada, a la gente (o al menos a mí), nos apetece ver buen rollo, gente descomplicada que disfruta y te hace disfrutar. Con la complicidad todo esto es posible.

El ejemplo contrario lo encontramos con el sempiterno Mourinho y Valdano. Las últimas semanas no han dejado de mandarse dardos envenenados por la prensa, fruto sin duda de la frustación de ser inferiores al Barça de Guardiola, todo un ejemplo de excelencia. Si quieren construir el mejor equipo del mundo, han de poner de su parte para que haya una mínima complicidad entre sus dos manatarios deportivos más importantes. Si no, la excelencia no es posible. Ni en el fútbol ni en ningún orden de la vida. Cada día las tareas son más complejas y los equipos de trabajo han de estar más diversificados y a la vez compenetrados. He de reconocer que en este caso concreto el amigo Mourinho es imbatible. Inteligente, bien parecido y seductor con las personas que le interesan. Y despreciativo, faltón y humillante con el resto de los mortales. Cuando las cosas salen bien, su tono altanero es inimitable. Pero ante la derrota su capacidad de auticrítica es muy reducida, y resulta poco solidario con los débiles de su grupo. He de reconocer que la complicidad con Mourinho es harto difícil. Tendrías que adularle en los buenos momentos y aguantar sus exabruptos ante las dificultades. Yo no podría. No me extraña que Valdano no pueda tampoco.

1 comentario:

Estela dijo...

Ufffff.... menudo dos ejemplos de complicidad más claros que has expuesto vamos el dia y la noche :), con Buenafuente y Berto la diversión esta asegurada eso de comenzar el programa con el monologo es genial, tienen ese humor inteligente que hace que cuenten la actualidad con su chispa de humor...., los recuerdo cuando hablo de los controladores aereos y las parodias de Peñafieles, Piqueras, Sabinas, Serrats,,,,,jijiji pero cuando sale Ana Morgade es total...!!!

Y si me permites como buena culé que soy prefiero prefiero no hablar de Mauriño, me causa el mismo efecto que a las moscas cuando les lanzan insecticida, salgo volando fiuuuuuummmmmmmmmmmmm...!!! o.O

Un saludo.